En la época en que se lanzó el Mr. Olympia, la comunidad del
físicoculturismo ya tenía bastante experiencia con los esteroides
anabólicos (AAS) y buscaba versiones más potentes.
A pesar de que no está claro quién fue el primero en combinar
diferentes tipos de esteroides, la práctica emergió en algún punto de
esa era. Inyectarse AAS se volvió algo común, principalmente con el
consentimiento de prácticas médicas más permisivas.
Un hombre que nunca alcanzó la fama habló sobre los “días de clínica”
en los que un grupo de físicoculturistas (incluyendo algunas leyendas)
se reunían en el consultorio médico, se bajaban los pantalones y
recibían una inyección de testosterona todas las semanas. Los AAS orales
continuaron dominando, se vendían abiertamente en los gimnasios, eran
muy económicos y accesibles. Obviamente el físicoculturismo era un
deporte alternativo en esa época y el público en general no tenía idea
de lo que estaba sucediendo.
Dentro de Estados Unidos, y en otros países, el Durabolin ganaba
adeptos, mezclándolo con Dianabol o Turinabol. Nuevamente esto trajo
como resultado un look blando, producto de la retención de
líquido. Sin embargo la masa y la fuerza continuaban en ascenso. El Mr.
Olympia fue una competencia de tamaño en sus primeros eventos; los
primeros participantes eran grandes, pero blandos.
No fue hasta que Arnold ganó el título en 1970 que los participantes
comenzaron a desarrollar la definición vista en décadas posteriores.
Ésta debe haber sido la era en la que el “corte” de AAS comenzó a ser
popular en los ciclos de precompeticiones.
Drogas como Winstrol, Anavar y Primobolan se hicieron populares, pues
daban una apariencia dura y seca que acentuaba a la musculatura de los
físicoculturistas, a pesar de que eran menos efectivas en promover la
masa y la fuerza. El uso de diuréticos comenzó a ser común en el
deporte. La droga Aldactona era popular al final de los 70’s.
Algunos pueden cuestionar las dosis, pero hay que recordar que el uso
de esteroides precedió a inhibidores de aromatasa efectivos. Dada la
propensión a la ginecomastia con dosis extremadamente altas de
Dianabol, se podría esperar ver “senos” en los físicoculturistas de esa
época que practicaban ciclos de largas duración o grandes dosis, pero es
muy raro.
Arnold, el atleta más fotografiado de esa época, nunca tuvo
ginecomastia. Esto puede deberse a factores genéticos, el mantenimiento
de bajos niveles de grasa o al uso de AAS no aromatizables en sus
combianciones. El Cytadren estaba disponible, pero no se sabe si formaba
parte del formulario del físicoculturismo.
Se ha mencionado que un número de hombres entre 1960 y 1970 murieron
muy jóvenes debido al uso de esteroides anabólicos, pues llevaban las
dosis a niveles tóxicos con la intención de igualar a Arnold y otros
campeones.
Esto no se ha documentado en la literatura médica, tal vez debido a
la falta de reconocimiento en esa comunidad. No era extraño oír hablar
de infartos en hombres jóvenes o problemas hepáticos. Se sabe que
algunas personas usaban más de 50 miligramos diarios de AAS.
Un ejemplo específico de un ex Mr. Olympia detalla la progresión de
una dosis extremadamente baja de Durabolin (25 mg por semana, elevada a
50 mg por semana en el segundo ciclo); estas inyecciones costaban 75
dólares cada una. Luego le añadía Dinabol y Anavar a la combinación,
mejorando su físico.
Los ciclos eran breves comparado a las prácticas de “no parar nunca”
usadas por algunos Pros. La duración divulgada era de un par de semanas.
Para 1975 ya se sabía que había una relación entre la dosis de AAS y
la hipertrofia muscular. El deporte había crecido, el Mr. Olympia
contaba con más de una docena de participantes comparado con los pocos
que participaban al comienzo. El documental “Pumping Iron” muestra el
incremento en la masa de los competidores.
Arnold ya no empequeñecía la competición. Mike Katz y Lou Ferrigno
rivalizaban con Schwarzenegger en estatura y masa, y los demás
competidores parecían ser casi tan gruesos.
Para 1980 los finalistas eran iguales a Arnold, quien ganó el título
ese año en una reñida contienda. Hay rumores de que se usaba hormona de
crecimiento, así como insulina para promover ganancias en tamaño. Si
bien la insulina era más fácil de ser adquirida, la hormona de
crecimiento humana era muy rara y su precio inaccesible. Esto precede la
era del desarrollo de la tecnología recombinante, haciendo de la
extracción la única fuente del material.
En otras palabras, la hormona de crecimiento humana en 1980 venía de
cadáveres, de muertos. Puede que una o dos personas hayan tenido acceso a
la hormona de crecimiento de un cadáver, pero no era una práctica
común. La hormona tiroidea, los diuréticos y otras drogas eran usados.
Esa época fue el pico del abuso de la cocaína y las anfetaminas.
Tristemente algunos atletas se hicieron dependientes a estas drogas,
alejándolos de conquistar su potencial. Los ciclos presentados al final
de esta era se acercan a las dosis que reportan los Pros de la
actualidad. Obviamente, tienen acceso a una amplia variedad de
complementos y una dependencia menor a los orales.
Como lo reportó un caballero que fue finalista en varios Mr. Olympia:
1,500 mg de Deca-Durabolin por semana, junto a 3 tabletas diarias de Dinabol y una cantidad indefinida de Winstrol y Primobolan.
Otros comenzaron a enfocarse en la disminución del uso de drogas, lo
que llevó a una diversidad de tipos de cuerpos en los escenarios durante
esa época.
Los esteroides anabólicos han formado parte del físicoculturismo
desde finales de la década de los 50. Si bien muchas historias se han
perdido con el pasar del tiempo y algunos individuos rehúsan discutir
ese asunto, parece que casi todos los físicos promovidos por la
industria se basaban en los AAS al pico de su carrera.
¿Es el reflejo de las exigencias inhumanas que hacían los jueces
sobre el físico de los competidores? Posiblemente. Lo que está claro es
que el uso de AAS evolucionó junto al entendimiento médico de estas
drogas.
La naturaleza competitiva del culturismo no ha cambiado desde aquella
época hasta nuestros días. La “era de Oro” pudo empañarse un poco por
el conocimiento, en realidad muestra que las mismas personalidades que
alcanzaron el éxito son las que lo obtienen hoy día.
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